Los calendarios son formas de medir el transcurso del tiempo. Como productos culturales, se trata de construcciones artificiales que han ido variando según el momento histórico y el pueblo que los utilizaban.
El sistema que comúnmente se utiliza en el mundo occidental se llama calendario gregoriano, y fue promovido por el papa Gregorio XIII en 1582. Dicho calendario forma parte de los llamados solares, ya que su duración trata de ser exactamente la de una vuelta al sol. Por su origen cristiano, su año uno está considerado el del nacimiento de Jesucristo.
El calendario musulmán, por su parte, es un calendario lunar. Este tipo se basa en los ciclos lunares, por lo que da como resultado un año de entre 354 y 355 días. Dado su origen musulmán, el año uno es del inicio de la Hégira de Mahoma.
El año hebreo es un complejo sistema lunisolar en el que los meses se basan en los ciclos lunares, pero el año se basa en el ciclo solar. Dada esta complejidad sus años pueden variar entre los 12 y 13 meses. El año uno es el considerado como el del Génesis del mundo por la tradición judía.
El calendario persa es un calendario solar, al igual que el gregoriano, pero de una mayor precisión en el cálculo. Su inicio se da en el equinoccio de primavera y su año uno coincide, al igual que el musulmán, con el inicio de la Hégira de Mahoma. La cuenta de los años entre ambos sistemas no coincide por el desfase entre el año solar y el año lunar.
El calendario chino, por último, es de tipo lunisolar. Comienza en la segunda o tercera luna nueva después del solsticio de invierno. Dada la complejidad de este tipo de sistemas, algunos años tienen 13 meses, al igual que sucedía con el sistema hebreo. Su cuenta comienza con el nacimiento de la primera dinastía china.
Como se puede ver, cada cultura ha desarrollado una manera de concebir el tiempo ajustada a sus necesidades culturales, políticas y religiosas. Este calendario multicultural es una herramienta que nos facilita el comprender esta realidad.
Fuente: Flyingdodos
